Nadie es una isla por completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, porque están doblando por ti.
—Hemingway
El día pareció amanecer tranquilo, las nubes no amenazaban con explotar en una lluvia torrencial. Todo parecía que iba a seguir su curso habitual. Los pájaros trinando, el Sol brillando y el tráfico en la carretera sin descansar. Y allí, con un segundo café a medias, la jornada que se dibujaba como un 2D animado, sin darme cuenta, se tornó en un cubo de cuatro dimensiones. No era posible que tras una expiración el mundo continuase como si nada, inmutable ante un aliento menos. Y pensé, ¿no es así acaso cada día? Muchos marcharán sin yo saberlo. Tal vez no es cierto que el mundo sea impasible, tal vez seamos nosotros que no nos damos cuenta de que cada alma en esta tierra es parte de la nuestra. Tan individualistas pensando que uno solo lo puede todo ¿por qué nos complicamos tanto? ¿por qué decidimos rechazar tanta riqueza?
Lloro y pienso que es egoísta. Que no me corresponde a mí sufrir por su partida. Mas al segundo, como si fuera una película, empiezan a pasar por mi memoria cantidad de cortometrajes de momentos compartidos. Tal vez nunca hubo una conversación realmente profunda, pero no importa. Veo que nos hemos construido, que nuestro corto paso por este mundo se ha visto irremediablemente marcado por el reconocimiento mutuo. Y ya entiendo que las campanas estén doblando por mí. No somos más que un mosaico de todas las personas que han pasado por nuestra vida, sin quererlo no hay quién no deje huella.
Cuando la muerte toca a las puertas de al lado, la propia vida encuentra dimensiones olvidadas en el ajetreo de la rutina. No sé bien realmente qué habrá en la habitación de al lado, al cruzar la puerta, pero no suelen volver, así que imagino que se estará bien. Que no nos quieren decir nada para no estropear la sorpresa. Nadie tiene prisa por cruzar y así es como debe ser. Suficientes sorpresas van llegando por estos lares.
Gran regalo la vida, cada día que amanece, cada jornada que llega a su fin y ni te planteas la posibilidad de que mañana no salga el Sol. Lo damos todo por sentado, pero algún día, ciertas cosas que dábamos por sentado, se ponen de pie. No creo que haya que vivir atemorizados, la película no es de terror. Pillémonos mejor unas palomitas y disfrutemos y construyamos lo que tenemos entre manos. Los momentos van llegando, a cada cual unos concretos. Son regalos personalizados, pensados por el de arriba y llegan a cada uno en el momento que le tienen que llegar. Todo lo que tiene que llegar, llega y siempre a tiempo.
Nunca parece cierto, aunque se vea el descanso terrenal entre flores. Piensas que dentro de poco alguien te dirá que la ha visto, que quedó hace poco en un café o cruzarás dos besos en el próximo encuentro. Ves fotografías y es como si hablasen de otra persona. Ahora nos preguntamos: ¿Qué ha pasado? Si ayer estábamos comiendo pipas y hoy estamos contemplando cipreses.
Lloro y entiendo que has sido más de lo que llegué a pensar.
Intentando ver para poder escribir. Me vuelves a dejar sin palabras. Qué Grande siempre es con nosotros que aún en los momentos de tanto dolor seguimos dando gracias. Sin cruz no hay Cielo. Qué suerte haber coincidido en el Camino. Linda y preciosa...TQ
Grande!!!! La vida, con sus luces y sus sombras. Cada piedra en el camino marca nuestros pies, y cada persona nuestro alma. Así se forja la persona, que cada golpe te haga más fuerte y a la vez más accesible. Que cada día, cada minuto, sea saboreado para no olvidar, para dar Gracias.